El parto es un la puerta de
entrada a este mundo, y un momento tremendamente importante en nuestras vidas.
Y desgraciadamente, para la mayoría de nosotros ha sido una situación
estresante y fuerte, ya que aunque la sensibilidad sobre la importancia de respetar
un parto natural, o como diría Leboyer, un parto sin violencia, ha aumentado considerablemente
en los últimos años, aún llevamos en nuestros cuerpos y en nuestro inconsciente
las heridas de nuestro propio parto las cuales impiden que podamos parir a nuestros
hijos de una manera relajada e incluso orgásmica. Si, habéis oído bien, los
partos placenteros existen y están documentados e incluso filmados. La mujer de
la foto, aunque no os lo creáis, esta en pleno expulsivo y ¡está
sonriendo! Qué poco hemos visto imágenes
como está, y cuantas veces hemos visto en las películas a mujeres gritando ¡sácamelo
yaaa! e insultando a su marido. El
primer paso es incluir en nuestra mente la imagen de que es posible parir con
placer, al menos para esta mujer así fue.
Pero la realidad es que para la gran mayoría el
proceso del parto es un proceso traumático, tanto para el bebe como para la
madre. Todas las tensiones del parto influyen en el Sistema Nervioso Central. Los
partos largos, complicados, instrumentales o incluso los partos demasiado rápidos, hacen que el
cuerpo de la embarazada se contraiga y crean una gran tensión en el bebe. El
simple hecho de pasar por el canal del parto crea en el cráneo del bebe una
serie de compresiones, que la naturaleza ha preparado para estimular los
centros vitales situados dentro del cráneo del bebe. Es la preparación para la
vida en el exterior.
Viendo este panorama, hay quien
defenderá que por lo tanto es mucho mejor
un parto por cesárea ya que así el bebé no sufre. Yo siempre les respondo
con la historia de la mariposa a la que cuando estaba intentado romper su
capullo, con todas sus fuerzas, con todas sus ganas, algún alma caritativa
quiso aligerarle el trabajo, facilitarle el camino, y rompió el capullo por
ella. La mariposa, cuando salió, fue incapaz de volar. Porque el hecho de
romper el capullo era lo que sus alas necesitaban para fortalecerse y poder
volar. Y eso les pasa a algunos niños nacidos por cesárea, que luego les cuesta
echar a volar, decidirse, atreverse,… Y necesitarán aprenderlo de nuevo, volver
a confiar en sus propias fuerzas,… ese será su camino.
Durante un parto normal el cráneo del niño sufre unas presiones que originan que las diferentes piezas óseas se superpongan unas por encima de las otras por las líneas de sutura. Esto se corrige gracias a los gritos del niño al nacer (al llorar, aumenta la presión intracraneal con lo que los huesos son desplazados nuevamente hacia su posición correcta) y por la presión de la lengua, que empuja a la sínfisis esfeno-basilar mientras el niño mama (por medio del hueso llamado "vómer") normalizando la tensión de las membranas intracraneales. En la mayoría de los casos el cuerpo se autorregula, se auto recupera, pero en otros es necesario ayudarle.
Durante el parto, y sobre todo si éste es
traumático para el bebé (cesárea, utilización de fórceps o ventosas, etc.), se
producen compresiones tanto de los huesos craneales como de los diferentes
nervios que recorren la bóveda craneal. Consecuencia: las lesiones mecánicas
del cráneo no son raras pudiendo aparecer en
el bebe toda una serie de síntomas:
- · problemas de regurgitación
- · cólicos constantes antes y después de las tomas
- · hipo excesivo
- · movimientos involuntarios de los músculos
- · falta de coordinación ocular
- · hiperactividad
- · agresividad
- · que no se deje tocar la cabeza
- · asustadizo
- · tembloroso
- · llora con facilidad
- · llanto constante débil, muy agudo, incontrolable y sin posible causa aparente
- · no concilia el sueño
- · mama con dificulta o simplemente no mama
- · no desea ser cogido
- · etc.,…
La corrección de las estructuras
craneales consigue en muchos casos un alivio inmediato de los síntomas. Cuando el
terapeuta sacrocraneal pone sus manos y "espera", realmente lo que
hace es llegar a leer e identificar los posibles desajustes y síntomas del
cuerpo, utilizando sus manos para escuchar los movimientos sutiles, sus ritmos,
sus pulsaciones y sus patrones de congestión y resistencia. Mediante
manipulaciones muy ligeras y suaves, apenas perceptibles se ayuda al cuerpo a
reequilibrarse, a liberar bloqueos energéticos y físicos, partiendo del
principio de la autocuración, esto es, regular y mejorar la organización del
cuerpo desde dentro, además de potenciar las propias capacidades del cuerpo
para autorregularse. Aparentemente
no pasa nada, pero muchas veces se observa que el niño deja de llorar si estaba
llorando, o se relaja y muy a menudo se duerme (cosa que también ocurre con los
adultos...). En pocos días se verán los resultados.
Es
muy recomendable que todos los recién nacidos sean vistos por un osteópata craneosacral, que pueda verificar que las estructuras se están
corrigiendo y ayudar a que esto ocurra si es necesario. Las secuelas del parto
serán entonces minimizadas y evitaríamos muchos posibles problemas
estructurales que pueden aparecer según el niño va creciendo. Y así ayudarle a volar un poco más libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario