¿Eres de esas personas que dicen que lo de correr nunca se
te ha dado bien, que lo odias desde que dabas vueltas al patio en el colegio,
que no puedes literalmente correr porque te ahogas, que no hay tortura peor, etc.? Este artículo
es para ti.
¿Por qué? Porque llevamos toda una vida haciéndolo mal.
Me doy cuenta cada vez que salgo a correr y veo a todas esas personas sudando a litros con cara de suplicio y sufrimiento. "No pain, no gain" (sin dolor no hay recompensa) parece ser su lema. Mi pregunta es: ¿como es posible que nos siga gustando correr en estas condiciones? ¡Motívate publicando tus resultados en Facebook y compitiendo con tus amigos! Esto es, motivación extrínseca, competitiva, el mero hecho de correr ya no es suficiente motivación (¡cómo va a serlo si es un sufrimiento!) y tenemos que buscar ser mejores que Paco, el vecino de al lado.
Me doy cuenta cada vez que salgo a correr y veo a todas esas personas sudando a litros con cara de suplicio y sufrimiento. "No pain, no gain" (sin dolor no hay recompensa) parece ser su lema. Mi pregunta es: ¿como es posible que nos siga gustando correr en estas condiciones? ¡Motívate publicando tus resultados en Facebook y compitiendo con tus amigos! Esto es, motivación extrínseca, competitiva, el mero hecho de correr ya no es suficiente motivación (¡cómo va a serlo si es un sufrimiento!) y tenemos que buscar ser mejores que Paco, el vecino de al lado.
Mi reciente teoría, que es tan solo una teoría, una idea
loca que se ha ido gestando en el último año, es que todos deberíamos correr
sin sudar, sí, como lo oyes. Y estoy
convencida de que así nos evitaríamos lesiones, abandonos de la actividad y
ganaríamos en disfrute y salud. ¿Correr despacio? ¿Entonces para qué
correr?
Primero habría que plantearse cómo es que nos echamos a la
carretera y podemos correr tan rápido, así, de buenas a primeras. La respuesta
es fácil, porque tenemos una súper zapatillas con cámara de aire y sistema de
amortiguación de ultima generación que
nos permiten dar zancadas de canguro australiano y así cualquiera va
rápido. Puedes leer más sobre LA TRAMPA DE LAS ZAPATILLAS AMORTIGUADAS aquí.
Por ahora quítate esas zapatillas e intenta correr rápido.
Veras como al ponerte descalzo tu propia estructura y
naturaleza limita bastante tu velocidad (al menos si no quieres acabar con los
pies hechos polvo y tu umbral del dolor no está alterado).
Correr descalzo te impide sobrepasar tus limites, cosa que estamos haciendo constantemente,
sobrepasarnos, exigirnos más de lo que podemos. Existe la creencia de que si no
sufrimos constantemente no vamos a mejorar. Esto es un axioma (algo aceptado como verdad absoluta) en el
mundo del deporte. Después de un año corriendo la gran parte del tiempo muy
despacio (intenta ir rápido por el monte descalza eligiendo la piedra adecuada sobre la
que posar tus lindos pies sin riesgo de hacerte daño) y después de haber puesto a
prueba mis fuerzas en diversas competiciones me he dado cuenta de que puede que
esto no sea tan verdad. Ya sé que tan solo tengo mi experiencia, pero me he
dado cuenta de que puedo entrenar despacio disfrutando y competir rápido
sufriendo (aún no he escapado de la imposición competitiva de mi propia mente y
me he querido poner a prueba, aunque últimamente también me replanteo esta
perspectiva).
Creo que a base de correr despacio mucho tiempo, sin darme cuenta, sin sufrir y sin sudar (un poquito, pero poco, dependiendo de lo fuerte que pegará el sol) he ido mejorando. Eso es lo que la naturaleza ha previsto: empezamos corriendo despacio desde que somos niños (¿o es mi hijo el único que se mueve corriendo de un lado a otro? ¡ incluso va corriendo del sofá al baño!) y poco a poco y al ritmo de nuestro desarrollo vamos corriendo cada vez más rápido, pero sin cansarnos en exceso. Esto es, correr como si estuvieramos desplazándonos a esas remotas zonas de caza o esos lejanos y exquisitos zarzales llenos de moras y no corriendo como si te persiguiera un león cada vez que sales a correr.
Creo que a base de correr despacio mucho tiempo, sin darme cuenta, sin sufrir y sin sudar (un poquito, pero poco, dependiendo de lo fuerte que pegará el sol) he ido mejorando. Eso es lo que la naturaleza ha previsto: empezamos corriendo despacio desde que somos niños (¿o es mi hijo el único que se mueve corriendo de un lado a otro? ¡ incluso va corriendo del sofá al baño!) y poco a poco y al ritmo de nuestro desarrollo vamos corriendo cada vez más rápido, pero sin cansarnos en exceso. Esto es, correr como si estuvieramos desplazándonos a esas remotas zonas de caza o esos lejanos y exquisitos zarzales llenos de moras y no corriendo como si te persiguiera un león cada vez que sales a correr.
Porque realmente correr, en contra de lo que la mayoría
piensa, es más descansado que andar. ¿Qué no os lo creéis? Normal, porque la
mayoría corremos mal. Somos de la generación amortiguada. Todos hemos aprendido
a correr con las sofisticadas zapatillas de deporte de ultima generación,
amortiguadas con soporte del arco plantar (y todo el mundo sabe que la mejor
manera de debilitar un arco es ponerle un soporte debajo) y con drop o caída (con
mayor altura en el talón que en la punta de los pies), para que puedas talonear
a gusto. Si queremos correr rápido, la mayoría taloneamos, creando un trauma
añadido en todas nuestras articulaciones (¿no te lo crees? Ponte de pie y da un
saltito descalzo cayendo sobre el antepie y luego sobre los talones. Si lo has
hecho sobran más explicaciones) , y sometiendo a nuestro sistema respiratorio y
circulatorio a un requerimiento excesivo que hace que nuestro sistema diga, “esto
no es muy agradable, noooo me gusta, ¡que le den por saco a esto de correr!.”
Pero si corriéramos como Dios manda, y cambia dios por esta
genética maravillosa que no trae de serie unas Nike, seríamos unas maravillosas
y eficaces maquinas de traslación: caeríamos sobre esa blandita almohadilla que
tenemos en nuestro antepie y que protege nuestras plantas, nuestro arco plantar
absorbería el impacto junto con nuestro tendón de Aquiles devolviéndolo en
forma de impulso que al igual que un muelle nos impulsaría hacia arriba y con
la ayuda de nuestra caderas y rodillas también hacia delante. Y todo esto casi
sin esfuerzo. Y disfrutando. ¿Qué más se puede pedir? ¿Ser mejor que Paco, tu
vecino? ¿Te has parado a pensar para que narices quieres ser mejor que Paco? ¿Tanta
satisfacción te va a dar eso? ¿No prefieres la satisfacción que sentirías
corriendo sin sudar, por el simple hecho de correr y no de ser mejor que nadie?
¿Que quieres sobrepasar tus limites? Ya escucho a tu cuerpo quejándose y
diciéndote que te dediques a hacer sudokus y que le dejes tranquilo. ¿Que
compites contigo mismo? Esto también es curioso, que manía con lo de competir,
hasta con nosotros mismo. Así tenemos el rival dentro. La cuestión es no poder
estar tranquilos y felices con lo que somos.
¿Y cuando correr rápido? Pues cuando estés jugando al pilla
pilla o cualquier otro juego, o cuando te persiga un león. Te deseo largas horas
de lo primero y cero de lo segundo.
¡¡ A correr disfrutando!!! Sí, tú, es@ enemig@ acérrimo del
correr, te aseguro que tu cuerpo ama correr, y que has nacido para ello. Cambia esa idea de que no es lo tuyo. ¿Acaso se nos ocurriría decir "es que eso de respirar no es lo mío" o "como me canso respirando"? Lo dudo. Pues correr puede ser algo tan natural como respirar, pero para llegar a ese estado zen, el primer paso es cambiar la creencia de que no puedes correr, o de que no te gusta. Abréte a la posibilidad de que sí, explora nuevas formas más naturales de correr (te vuelvo a remitir a aquí LA TRAMPA DE LAS ZAPATILLAS AMORTIGUADAS , no hace falta que corras descalzo, puedes cambiar la técnica - comienza con corer a un ritmo de 180 pasos por minuto y dando pasos más pequeños y animate a cambiar las super zapatillas-escayolas por algo que permita mas propiocepción, flexibilidad y libertad a tus pies y que no te invite a talonear). Tu cuerpo, tu salud, tu estado de animo, tus seres queridos, ¡el mundo entero! te lo agradecerá. ¡Nos
vemos por los caminos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario