sábado, 9 de mayo de 2015

La trampa de las zapatillas amortiguadas. ¿Realmente hemos nacido para correr?

Hace un año el libro “Nacidos para correr”  cayó en mis manos y allí se exponían ciertas afirmaciones que eran sorprendentes, revolucionarias e incluso difíciles de creer. ¿Cuáles eran estas sorprendentes afirmaciones?

Primero:  cómo dice el título del libro “hemos nacidos para correr”. Existen dos tipos de mamíferos, los andantes y los corredores. Los  animales corredores tienen ligamento nucal (imprescindible para que en el galope la cabeza no vaya dando tumbos) y tendón de Aquiles, ese ingenioso invento que nos ayuda a aprovechar en cada salto el empuje de la tierra como si de un muelle se tratara. Por ejemplo el chimpancé, nuestro pariente cercano, no tiene ni ligamento nucal, ni tendón de Aquiles, y se traslada como los vaqueros de las pelis, balanceando su peso de una pierna a la otra. El caballo sí que dispone de estos dos sistemas. Adivinad en qué grupo estamos los homos sapiens ... ¡Premio! En el de los corredores (Aquí hago un inciso para todas esas personas que están pensado que ellos están incluidos en otra subespecie “homo sapiens alerigicus a correr”: os animo a leer mi otro post: CORRER SIN SUDAR en el que abordo la posibilidad de que realmente todos estemos corriendo demasiado rápido y de ahí la manía que algunas personas le cogen a este maravilloso sistema de trasporte y de disfrute sensorial).




Segundo: NO existe ninguna evidencia científica de que los sistemas de amortiguación presentes en todas las zapatillas de correr  y que son publicitados como seguro anti-lesiones sean eficaces.
Esto es, con todo el dineral que mueven las marcas deportivas no han conseguido demostrar mediante ni un solo estudio que sus  zapatillas sean eficaces. Esto es como decir que la aspirina no tuviera ningún estudio detrás que demostrará su efectividad. Nadie permitiría que la aspirina se comercializara sin estudios previos, en pro de la salud de la población. Pero claro, como con las zapatillas tan solo estamos hablando de tus rodillas, tus caderas y tu zona lumbar parece que no pasa nada.  ¿No os parece por lo menos un pelín sospechoso que no exista ni un solo estudio que demuestre “AMORTIGUACION IGUAL A MENOS LESIONES”? Es más, con el paso de los años diversos estudios han encontrado que un elevado porcentaje de corredores continúa lesionándose constantemente. Se ha estimado que entre el 30%  y el 75% de los corredores recreativos  suelen lesionarse una vez cada año, siendo las rodillas las zonas mas lesionadas. Debería alegrarme, siendo fisioterapeuta. Parece que las zapatillas pueden ser un gran aliado en el aumento de las listas de espera de clientes lesionados, pero en realidad me parece vergonzoso. Estamos gastándonos un dineral en maravillosas zapatillas sin ninguna evidencia científica detrás. Si yo fuera directivo de una empresa de zapatillas no sé si podría dormir tranquilo por las noches, pensando que es tan solo cuestión de tiempo  que la gente se dé cuenta. Es posible  los anuncios de detergentes también nos engañen con sus promesa de eliminar las manchas de chocolate, pero me ha parecido más motivante escribir en defensa de nuestros pies, rodillas, caderas, y lumbares (para los cuales  no existe recambio) que defender el derecho a la blancura impoluta de mi ropa, la cual es más fácilmente sustituible.


El uso de zapatillas amortiguadas tiene otras consecuencias. Las zapatillas para correr actuales tiene drop o caída, esto es, mayor altura en la zona del talón que en el antepie. Es evidente que si elevamos el talón la parte de atrás de las piernas se acorta. TODA nuestra cadena posterior se acorta.
¿Es posible que nuestra necesidad de estirar venga del hecho de que acortamos artificialmente nuestro sistema muscular? Piénsalo por un momento, los zapatos que nos ponemos desde pequeños suelen ser más altos en el talón que en la punta. Llevamos toda la vida acortándonos. No me sorprendió leer que los tarahumaras  (lo indios mexicanos a los que se menciona el libro) no estiran antes de las carreras, tan solo se daban masaje. Nunca han elevado sus talones.

Esta elevación de los talones también nos invita a talonear cuando corremos. Sobre esto no hay mucho que decir. Nuestros pies están hechos para caer sobre el antepie. Si quieres convencerte, ponte de pie y descalzo y da un saltito sobre la parte delantera de tus pies. Ahora haz el mismo saltito y cae sobre los talones.
Si lo has hecho, sobran las palabras. Cuando te descalzas espontáneamente tiendes a dar pasos más cortos y más rápidos, con naturalidad corremos de manera menos lesiva.

Por otro lado rigidez de  zapatillas, rigidez de pies. La gran diferencia entre los atletas etíopes y los occidentales es la gran flexibilidad de los pies etíopes frente a la rigidez de los nuestros. Algo normal si pensamos que a veces nuestros zapatos  y sus rígidas e hiperprotectoras suelas parecen escayolas que limitan cualquier movimiento de las múltiples articulaciones de nuestros pies.

 Esta hiperproteccion también nos desconecta de nuestro sistema de información respecto a lo que estamos pisando, de nuestro sexto sentido, nuestro sentido propioceptivo. Nuestros pies piensan que están pisando una mullida alfombra aunque sea asfalto lo que golpeamos una pisada tras otra. No sienten la necesidad de caer suave, ¿para qué?, ya está la zapatilla. Pero el impacto del peso de nuestro cuerpo al caer sobre un solo pie mientras corremos no desaparece por 3 centímetros de goma. Tan solo eliminamos la sensación en el pie. Pero ese fuerza sube y golpea a nuestras rodillas, caderas o lumbares. Una y otra vez. Si realmente sintiéramos lo duro que es el suelo, como ocurre cuando te descalzas, te aseguro que ya te ocupas de caer más suave y amorosamente, amortiguando con aquello con lo que vinimos equipados, nuestros pies y también nuestras rodillas y caderas, que al tener la información correcta están preparados porque saben que lo de ahí abajo no es blandito, si no duro.

Y por ultimo, nuestras zapatillas también tiene un soporte de arco plantar. Como si el sólo no pudiera soportarse. En realidad nuestro pie, como dijo Leonardo Da Vinci, es una obra de arte y una pieza maestra de la ingeniería.
Su forma en arco móvil con sus múltiples huesos y articulaciones y el tendón de Aquiles como muelle almacenador de energía, son una maravilla de la naturaleza. Nos permiten correr con el mínimo gasto energético. ¿Pero que le pasa a un arco cuando le pones un soporte abajo? Que lo debilitas. Y así están nuestros pies, rígidos  y debilitados, encorsetados dentro los zapatos.


Como fisioterapeuta con espíritu científico en mi interior pensé que la única manera de comprobar la veracidad de estás afirmaciones sería experimentarlas en mi propia piel y en mis propios pies.  Ahora puedo hablar desde la experiencia. Llevo más de un año corriendo con zapatillas minimalistas, huaraches (sandalias para correr) y sobre todo descalza. El balance es claramente positivo (puedes leer aquí LOS BENEFICIOS DE CORRER DESCALZA). Espero que en estas líneas haya despertado vuestra curiosidad y quizás las ganas de cuestionarse alguno de esos axiomas que damos por validos sin demasiada evidencia. 

Desde aquí os invito a descalzaros poco a poco (información aquí sobre una transición correcta :GUIA PARA CORRER DESCALZO) y así recordar nuestra forma de natural de correr y sobre todo reconectar con el placer que ello conlleva.






1 comentario:

  1. Me ha encantado el articulo, y en observacion, sensaciones, esperiencia, lo comparto plenamente, eso si, desde la perspectiva de una persona, sin ningun otro conocimiento, que la mala observacion de su cuerpo, a lo largo de mas de 15 años corriendo grandes distancias, y disfrutando de ello
    Gracias por tu aportacion

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